jueves, 28 de junio de 2012

Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.

A todos los mexicanos nos enseñan desde la primaria que el tlatoani de los mexica, Moctezuma Xocoyotzin, murió como consecuencia de un rocazo en la cabeza... sin embargo, en mi libro preferido: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, el conquistador español Bernal Díaz del Castillo, su autor, nos brinda la que a mi parecer es la más emocionante, vívida y emotiva descripción sobre la muerte de Moctezuma que podemos leer... ¿"Perderías" algunos minutos de tu vida en leer ese emocionante relato y decirme si coincídes conmigo?


"...E dijo el Montezuma (Moctezuma): "Yo tengo creído que no aprovecharé cosa ninguna para que cese la guerra, porque ya tienen alzado otro señor e han propuesto de no os dejar salir de aquí con la vida; y ansí creo que todos vosotros habeís de morir". Y volvamos a los grandes combates que nos daban. Que Montezuma se puso a un petril de una azotea con muchos de nuestros soldados que le guardaban, y les comenzó a hablar con palabras muy amorosas que dejasen la guerra e que nos iriamos de Méjico, y muchos principales y capitanes mejicanos bien le conocieron, y luego mandaron que callasen sus gentes y no tirasen varas ni piedras ni flechas; y cuatro dellos se llegaron en parte que el Montezuma les podía hablar, y ellos a él, y llorando le dijeron: "¡Oh, señor y nuestro gran señor, y cómo nos pesa de todo vuestro mal y daño y de vuestros hijos y parientes! Hacémos os saber que ya hemos levantado a un vuestro pariente por señor." E allí le nombró como se llamaba, que se decía Coadlavaca (Cuitláhuac), señor de Iztapalapa, que no fue Guatemuz (Cuauhtémoc), el que luego fue señor. Y más dijeron que la guerra que la habían de acabar, e que tenían prometido a sus ídolos no la dejar hasta que todos nosotros muriésemos, y que rogaban cada día a su Huichilobos (Huitzilopochtli) y a Tezcatepuca (Tezcatlipoca) que le guardase libre y sano de nuestro poder; e como saliese como deseaban, que no le dejarían de tener muy mejor que antes por señor, y que les perdonase. Y no hobieron bien acabado el razonamiento, cuando en aquella sazón tiran tanta piedra y vara, que los nuestros que le arrodelaban, desque vieron que entre tanto que hablaba con ellos nos daban guerra, se descuidaron un momento de le rodelar de presto, y le dieron tres pedradas, una en la cabeza y otra en un brazo y otra en una pierna; y puesto que le rogaban que se curase y comiese y le decían sobrello buenas palabras, no quiso, antes cuando no nos catamos vinieron a decir que era muerto...".

Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Cap. CXXVI.

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